raulexilu

El Imposible Olvido

Perdido como he estado en discusiones Bizantinas, casi olvido el por qué me inscribí a esta bonita página... La Vida es Literatura. Y he ejercido esta última de manera desidiosa y por demás apática los últimos meses. Así que me permito compartir con el Amable Gallinero, este producto de mi cacumen: un cuentecito metafísico que involucra luchadores, olvidos, trascendencia metafísica, y una especulación (una entre tantas) de lo que hay en "el otro barrio". Espero que disfruten al leerlo, tanto como yo al escribirlo. ¡Salú! =mas= Cerrar los ojos en un suspiro. Ya no estoy. Pasa una eternidad antes de que abra los párpados, son sólo unos segundos. Temo abrirlos, no sé qué es lo que veré cuando el velo se descubra. Se establece una sincronía perfecta entre mi mandíbula y mis ojos: los dientes se aprietan mientras el velo de mis párpados se levanta. Las sombras se disipan. Ahí está él: su máscara plateada, la que anhelé desde niño, escondiendo ese rostro, enmarcando esa mirada. El Héroe de Plata me mira desde la Grandeza. -Bienvenido –dice él, haciéndome sentir indigno de que siquiera sepa acerca de mi existencia. -Jaja –ríe con desgano- en este mundo nadie es más o menos que los otros. Estamos muertos. Me toma un poco de tiempo asimilar lo que me dice, pero en realidad no siento nada en absoluto. -Es lo más natural. Ya muerto, la sensibilidad desaparece. No hay bien o mal. No hay dolor, pero tampoco alegría. Al menos por ahora. -No entiendo… -digo por fin,  cuando el aturdimiento comienza a disiparse -…yo no puedo… -¿Estar muerto? Ay, por favor. Todos decimos lo mismo cuando llegamos aquí. Me incorporo lentamente y veo a mi alrededor. Estamos, ¿cómo decirlo…? En medio de la Nada. No es el espacio exterior. No hay nada que pueda servirme como referencia para decir si esto es el cielo o el infierno. Simplemente es como si flotáramos en una esfera, en medio de un paisaje interminable y gris. -De hecho eso hacemos –dice El Héroe de Plata- y es lo que haremos hasta la eternidad en algunos casos… aunque “eternidad” es un concepto un tanto fuera de lugar cuando habitas un lugar donde el tiempo no existe. -¿Todos venimos a dar aquí…? -Casi. En realidad, es una suerte de “estación de paso…” -¿El Purgatorio? ¿Cuánto tiempo estaré aquí…? Detrás de la legendaria capucha, una sonrisa maliciosa de dibuja en los labios de su dueño. Los ojos muestran un brillo un tanto burlón. -No hay tal cosa como un Purgatorio, hijo. Lo que hayas hecho o dejado de hacer es asunto aparte, nada tiene que ver con este lugar, o con los que le siguen. En cuanto a lo segundo, me sorprende que aún no lo sepas, especialmente cuando te acabo de explicar aquello de lo falaz que es un reloj en este plano… -Ya veo –digo, un poco confundido. Este lugar me trastorna, no hay derecha, izquierda o abajo. No aplica ningún tipo de ley física o moral. Pero, sólo cuando termino de orientarme, cuando menos un poco, me doy cuenta de que no sólo el Héroe de Plata está aquí: un puñado de personajes célebres nos rodean: Pasteur habla de ciencia con Kurt Cobain, Jim Morrison mira dentro de sí, mientras Napoleón le observa intrigado y con cierta indignación, misma que no es otra cosa que una ridícula pose por parte del emperador, pues nada de eso importa aquí, en el limbo. -Vaya. Al fin lo dedujiste. -¿Y porqué tú? –le pregunto al Héroe. -Ja. Pues porque tú lo elegiste. Verás: el limbo no es tan terrible y oscuro como te han dicho. Es tedioso, no lo niego, pero no es tan malo. Tampoco bueno, pero como ya sabes, esos conceptos no son válidos aquí Caminamos juntos un largo trecho de la burbuja que nos contiene. Cuando llegué aquí, me pareció un lugar estrecho y con ciertos límites bien especificados, pero nos hemos estado moviendo sin cesar, sin que se vislumbre un final o un borde a este contenedor de almas. Los revolucionarios, los visionarios, los infames y los que simplemente fueron célebres se confunden con montones de seres que jamás en la vida recibieron reconocimiento o logro alguno. Lo mismo veo gente muerta hace miles de años, que almas de personas que ni siquiera habían nacido cuando yo mismo cerré los ojos por última vez. -Parece

Hay 2126 palabras más en este escrito, para seguir leyendo debe identificarse

Elija una cuenta para acceder al contenido completo

Cuenta de Ymipollo
Hola


Reacciones


Debe estar identificado para ver los comentarios o dejar uno.

Entrar a Ymipollo

¿ping? ¡pong! Ymipollo © ¿ping? ¡pong 1!