caracolaria

Otra vez domingo

 Se acercó el domingo velozmente. Sólo le tomó una semana aparecer de nuevo. Creo que tengo problemas personales con los domingos. Será que soy un poquito hiperactiva y no sé qué hacer conmigo cuando no tengo escuela, trabajo, horarios. Las vacaciones también me envenenan. Aunque mi casa se esté cayendo de sucia, pues nunca he sido buena ama de casa. =mas= Extraño a José, y seguramente él tuvo también mucho que ver con estos días de llorar por cualquier cosa. Mi regazo está más solo que nunca, pues Esteban ya no tiene mucho interés de estar en él, tiene cosas mucho más importantes que hacer, como crecer, como jugar. José murió de manera extraña e inesperada, pero eso no fue lo peor. Anoche brillé. En realidad no quería salir, pero Steve se fue hoy. No teníamos otro día para ir al bar gay que tanto le gusta, para bailar, para platicarnos todo lo que teníamos pendiente. Para reírnos como locos. La noche empezó fría. La sola idea de cambiarme, arreglarme, ir por él, regresarlo a la casa de su padre, llegar a mi casa, abrir la reja, meter el carro... me helaba. Pero ¡es Steve! Y lo veo muy poco como para perderme esa noche. Junté fuerzas y me empecé a vestir. Quería estar linda. Me puse un pantalón negro, entallado, y mi sorpresa fue que se me caía. No me había dado cuenta que había perdido tanto peso. Luché con él, contra él. Hice de todo, y finalmente encontré la manera de sujetarlo para permanecer vestida. Para esconder la trampa, tuve que ponerme encima un vestidito que siempre me ha gustado, que puede hacerla de

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