Y que llegamos a la posada.Y que se va la luz=mas=.No, pues ahí es donde las velas y luces de bengala cobran importancia,pero hubiera sido mejor si a Don Arturo no se le hubiera ocurrido lanzar la suya por el aire y tener la mala suerte de ensartarse en la piñata.Empezó buena la cosa.Aunque un conato de incendio no es lo mejor para hacer buen ambiente.Afortunadamente no se achicharró, solo se chamusco un poco uno de los picos de la estrella.Nada grave.Pero a la dueña de la casa no le hizo mucha gracia.Me extraña, si ya saben que invitar a la palomilla siempre es un riesgo.La mamá de Eptor pertenece a un club de matrimonios oaxaqueños que cada mes celebran su típica pozolada, solo que ahora, por ser el mes de diciembre se organizó una pequeña posada. Cuando no tenemos otros compromisos,asistimos y de buena gana llevamos equipo para amenizar la fiestecita, que generalmente se vuelve un karaoke itzmeño. Todo sea por la sana convivencia y el delicioso recalentado del día siguiente.Tan necesario después de varios litros de cerveza.Total, que si se tratara de hacer un recuento de todas las anécdotas acumuladas a lo largo de tantos años,podría escribir un libro.Pero de las mejores, recuerdo algunas.Como aquella vez donde nos reuníamos al salir de los eventos donde tocamos, casi al rededor de las cuatro de la mañana y nos enfilábamos a un bar llamado EL COMETA.Ignoro si todavía da servicio.Pero recuerdo una navidad en especial.Este sitio 

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