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Lorenzo Zambrano

Lorenzo Zambrano es un hombre sencillo y con una visión global de los negocios. La mezcla de la tecnología y la producción es una de las fortalezas de Cemex, que controla con un GPS a todos sus camiones. La fecha de salida a bolsa de Cemex coincidió con la independencia de México: 15 de septiembre de 1999. El 15 de septiembre de 1999, fecha en la que se celebra la Independencia de México, Lorenzo Zambrano se presentó en el salón de remates del New York Stock Exchange e hizo sonar la campana que iniciaba la sesión bursátil del día. Esa señal no sólo marcó la inscripción oficial de Cementos de México en la bolsa de valores más importante del mundo. La señal marcó una nueva etapa en la vida de un empresario que se ganó a pulso un puesto en la historia industrial de México. Lorenzo Zambrano, de 57 años, es el fundador de una filosofía empresarial que se conoce a nivel mundial como Cemex Way, una forma de hacer negocios con lo mejor de la tecnología -su principal obsesión- y los controles más estrictos de calidad a nivel local y mundial. Considerada una de las empresas más eficientes del mundo, Cemex es más rentable que sus dos rivales internacionales: la francesa Lafarge y la suiza Holcim. Zambrano, nieto del fundador de Cemex, dedicó 16 años de su vida a la empresa para llegar a tener las riendas del poder. Hoy, él y su familia controlan esta compañía de la que tratan de aprender sus rivales. Los analistas consideran que la clave del éxito de Cemex está en parte en el hecho de que, a diferencia de las empresas europeas, se concentra en países en desarrollo donde los márgenes de ganancia son más altos porque en esos mercados el cemento se vende en pacas y no en grandes cantidades ya mezcladas. La otra parte de la explicación, sostienen, está en Zambrano. La ruta la inició Zambrano cuando ingresó al Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, conocido coloquialmente como el TEC. En esa escuela, formadora de cuadros profesionales para los consorcios regiomontanos, Zambrano se graduó de ingeniero industrial. Otra etapa del camino se cumplió con su ingreso a la Universidad de Stanford, donde estudió una maestría en administración, de la que egresó en 1968. Después de terminar su postgrado, cumplió la última etapa del tradicional periplo al estilo regio: se unió a la empresa familiar, Cementos Mexicanos, en 1969. La cementera fue fundada en 1906, cuando se construyó la primera planta de cemento del país. Al ingreso de Zambrano, se estaba perfeccionado una de las primeras operaciones de compra de la compañía: la fusión con Cementos Maya, una fábrica ubicada en el sureño estado de Yucatán. En ese entonces, Cementos Mexicanos no era una gran corporación, pero poco a poco se convirtió en una de las más importantes dentro del mercado cementero mexicano. Zambrano aterrizó en la compañía y ocupó diversos puestos hasta convertirse en director de operaciones. En ese cargo, diseñó la estrategia que hizo posible el crecimiento de la fábrica. Su idea era transformarse, primero, en un poder local y, después, en un imperio global, a través de la compra de sus competidores. En 1973 adquirió una instalación en el centro del país y tres años después anexó a Cementos Guadalajara. Las acciones de la empresa salieron al mercado público al ser colocadas en la Bolsa Mexicana de Valores en 1976. La expansión acelerada de Cemex tuvo otro gran impulso en 1987 con la compra al gobierno de dos plantas que formaban la firma Cementos Anáhuac. En 1989 se concretó otra conquista muy importante: adquirió Cementos Tolteca, su principal competidor local. Detrás de estas dos operaciones estuvo Zambrano en su calidad de presidente ejecutivo de la empresa, cargo al que fue ascendido en 1985. Entre 1982 y 1990, la compañía invirtió aproximadamente 880 millones de dólares para adquisiciones, entre

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