abram666

Ketorolaco

Todos los días, casi siempre a la misma hora, empieza esta rutina diaria: suena el despertador, no quieres pero debes levantarte, tienes compromisos (trabajo, escuela, novia, etc.). La irremediable libertad a la que estamos condenados te abraza como un pulpo a tu cama y no quiere dejarte ir, pero hacemos fuerza y ahí va de nuevo, como ayer, como mañana: la feroz batalla contra nuestro yo más interno y primitivo que sabe bien lo que es justo y necesario para nosotros. Pero ya no vives más en un mundo primitivo. Es lo mismo. La misma paste de dientes, el mismo shampoo, la misma temperatura en la taza del baño que te hace respingar, la misma calle, los mismos vecinos, los mismos policías, el mismo cielo, el mismos sol que despierta, el mismo ronroneo del medio de transporte que utilizas o en su defecto, el mismo sonido de tus pasos por la calle. Existen leves cambios, si, un accidente o algo extraordinario que pueden hacerte pensar que la vida ha tomado un pequeño giro pero incluso tras la muerte de un familiar querido (y sabes que esto es verdad) la vida, lentamente vuelve

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Escrito en La Paz, B.C.S., México

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