boris25

Furuneko Mushinsai

Shiro Saigo "Hacia poco me había decidido a dar una vuelta por la península de Shimbara para buscar caza. La estación se anunciaba excelente y tenia grandes esperanzas. Me acorde entonces que a dos kilómetros del castillo Shimbara, cerca del que me hallaba. Había una fuente Shinto de agua termal, en las faldas de una montaña llamada Bizan y me dirigí hasta allí para bañarme y descansar. Había descubierto esta fuente siete años antes. Había entonces muchas personas que seguían una cura termal. Abundaban los hoteles. La guerra ruso-japonesa sin embargo lo había destruido todo y ya no quedaba ninguna morada medianamente habitable. En el umbral de la casucha, plantada en medio de ese lugar desierto y a la vez encantador, la vieja guardiana vendía pasteles a los niños que acudían a jugar a este monte sagrado. Le pedí que me acogiera a lo que ella respondió con benevolencia y me dijo: "Lo único que puedo ofreceros, si os parece bien, es un poco de arroz y una estera bastante mala. Afortunadamente esta noche va a venir a bañarse un viejo Samurai, siempre podéis pasar la noche hablando con él. "Ahora id a bañaros y descansad de las fatigas del camino " Cuando entro el viejo Samurai, le dedique un saludo ampuloso. Al enderezarme vi sus cabellos de nieve, su larga barba de plata, y sobre sus ropajes, las armas de su Maestro y, si mi memoria no me falla, se trataba de un bastón llevado por sacerdotes budistas. Todo en él denotaba que era un alma buena. Me presente: "Me llamo Shiro Saigo y he venido aquí para cazar. He oído hablar de vos, ¿Pecaría de indiscreción si os preguntara vuestro nombre?" Él me respondió: "Antes de haber renunciado al mundo, servia a un gran príncipe al que enseñaba el Arte del Kendo. Ahora se me conoce como "Furuneko Mushinsai". He construido, muy cerca de aquí en la montaña un pequeño refugio y allí, dedico mis días a estudiar." Yo pensé: "¡Que nombre mas extraño!". Así como el significado de Mushinsai "el que ha renunciado al mundo" era efectivamente un nombre Samurai, Furuneko que significa "gato viejo" resultaba ya más curioso. Intrigado pues por el origen de ese nombre le hice participe de mis pensamientos: "He recorrido muchos lugares pero, ¡Nunca llegue a oír un nombre semejante!" "Tiene razón, me respondió sonriéndome, Furuneko, no es mi nombre ni el de mis hijos pero, eso sí, es algo muy personal. Lo llevo a raíz de una extraña aventura en la que me vi envuelto hace ya mucho tiempo. No creo que pudierais comprenderla si no poseéis unos ciertos conocimientos del Arte de la Guerra. ¿Los tenéis?" "Sí le respondí, soy un apasionado de las Artes Marciales desde mi niñez, en estos últimos dieciséis años he estudiado Judo con el Maestro Jigoro Kano, pero por desgracia aun no he aprendido todos sus secretos. Os ruego que me contéis la historia de vuestro nombre, enterarme por vos me produciría una gran alegría". "Esta bien, dijo el viejo Samurai después de un instante de reflexión, os hablare." Hace ya mucho tiempo, todavía era yo joven, me dedicaba a las Artes de la Guerra. Una noche, no sé aun como, una rata enorme entró en mis aposentos. Fui a buscar a mi gato Tama que se deleitaba con este tipo de comida. En cuanto estuvieron frente a frente, la rata saltó sobre su cabeza, una, dos y tres veces, rápida como un rayo... y me duele tener que confesarlo, pero mi gato, fuerte como un roble, huyó. Otros cuatro gatos, conocidos por su valentía y fuerza, siguieron su misma suerte. Tenían todos un aspecto lamentable con heridas en los ojos, la garganta y las patas. No podía creerlo. Al ver esto, pensé que habrían tenido miedo y empuñando mi sable de ejercicios de Kendo - Arte que estudiaba con ahínco desde hacía tiempo- le asesté un golpe mortal pero logró esquivarme. Me obcecaba atizando a derechas y a izquierdas, hacia delante y hacia detrás y ella evitaba todos mis golpes con la velocidad de un rayo, una vez, incluso, recorrió mi largo sable de bambú y salto encima de mí golpeándome en plena frente. Siendo como soy un guerrero valiente, temblaba y me hallaba sin fuerzas. Alertado entonces uno de mis vecinos por el ruido, me dijo: "Conozco un gato, valiente como ninguno, voy a buscarlo, así podréis descansar". Me sentía turbado por aparecer delante de él tan extenuado, así que acepte. El gato que trajo consigo era muy viejo. No se podía, en principio, esperar mucho de él: Sus caninos y sus garras estaban gastados, sus ojos parecían incluso llenos de lagañas. No parecía capaz de correr. Por un momento, no me pareció posible que consiguiese matar a la rata pero, puesto que me aseguraban que su valor no ofrecía dudas, pensé que tal vez poseyera una técnica especial. Lo lleve pues a mi habitación. Aunque pueda parecer increíble, esa rata enorme que nos había vencido a todos, que había podido conmigo, un hábil kendoka, ¡ Se quedo en un rincón encogida de miedo! El viejo gato avanzó con calma, la agarró con dulzura y se la comió tranquilamente, ¡No encontró la menor resistencia! ¡Fue increíble! Esa noche, algo mas tarde, empezaba a vencerme el sueño cuando me pareció escuchar un murmullo en la habitación contigua. ¿Quién podía ser?. Me asome furtivamente y descubrí una asamblea de gatos: el viejo gato y los demás jóvenes. Estos últimos lo habían instalado en el lugar de honor y reunidos alrededor suyo le saludaban

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