En la madrugada, desconozco la hora, me revolví inquieto entre las sabanas y somnoliento abrí los ojos.  Pocas cosas me impresionan tan profundamente, y entre ellas hay dos, las cuales lo logran además indefectiblemente: la visión fantasmal de cortinas ligeras y semitransparentes azuzadas por la fría brisa nocturna, y la espectral luz de la luna sobre los objetos; ahora, si esa luz mortecina se filtra a través del vuelo de las cortinas logrando una sensación helada por la habitación, mi impresión es mas profunda aun. =mas= Si tan solo pudiera discernir las sensaciones que esa impresión me provoca me sentiría mas tranquilo, pero me es imposible puesto que camina en la delgada línea entre el placer y el temor. Y con ello, intento decir que algunas impresiones son indescriptibles y únicas.   Había tenido un día pesado, agobiante y un tempo después, repuesto de  esa marejada de sensaciones, decidí empezar mi día mucho antes que la mayoría de mis iguales. Sin embargo, al intentar hilar las ideas y las palabras frente al monitor, todos mis intentos se desviaban ese preciso momento.   Situaciones como esas, abren ante mi

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