Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
El siguiente relato es de un evento real en la envidiable vida de Krator. Era una tarde cualquiera de un día cualquiera. Krator llegaba del trabajo a su dulce hogar, con la novedad de que sus sobrinas estaban ahí. Entró a la casa y saludó a todos, luego subió a su cuarto para cambiarse de ropa y ponerse algo más cómodo. Mientras se cambiaba la camisá entró una de sus sobrinas al
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Me siento Optimista.