Nada había que llenara de orgullo mas que mi ambivalencia, gracias a ella mi arrogancia nació y creció sana aun en mis caídas. Hoy el destino caprichoso disfrazado de una figura frágil logro separar las dos partes que componían a Zauriel: el ángel y el demonio. La batalla entre ambos fue violenta y destructiva. De tal encuentro los dos Einyel terminaron es un estado lastimero, y luego el destino satisfecho,

Hay 198 palabras más en este escrito, para seguir leyendo debe identificarse