utopical

Sobre nuestra amada ciudad

Lo Primero que debe quedar claro es que la Ciudad de Mèxico, más que ser un mito, es una ciudad como cualquier otra. Sobre sus calles florecen lo mismo flores de asfalto que excremento de perro a la espera de cualquier contacto con un zapato descuidado. Sus calles son violentas y peligrosas como cualquier otra ciudad, en dos meses he presenciado por lo menos dos atracos y he sido victima de uno, pero aún así no he visto el grado de sadismo que encuentro en muchas de nuestras ciudades Latinoamericanas y generalmente camino a cualquier hora sin ver quien viene detrás. La ciudad duerme su larga siesta bimilenaria entre los sonidos de sirenas, de automóviles y miles de millones de automoviles. Calles estrechas, vetustos edificios con las entrañas apuntaladas y muchos, muchísimos, anuncios de agencias inmobiliarias anunciado ventas y mujeres hermosas siendo utilizadas como objeto para promocionar cualquier cosa. Es en este escenario donde trascurre la vida de miles de seres humanos que arriban con su historia y la de su pueblo empacada entre esperanzas y con el único punto de comparación que esta ciudad permite: ella misma. El Distrito Federal juega el papel que tendría el mítico casino Casablanca de la película del mismo nombre, un lugar al que se llega para estar y no estar. Un lugar en donde se habla de ir hacia otra parte y se permanece ahí a la espera de que, puerto al

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