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Una tarde de Otoño, de un día como hoy...

Hay muchas cosas que ella ha olvidado de ese día porque han escapado con su memoria con el pasar de los añios. Ya no recuerda la ropa que usaba, tampoco piensa en las cosas que pasaron durante las horas previas a esa cita. Su mente ha guardado sólo lo más importante, instantes encerrados en cristal, que ella espera sean protegidos por siempre en ese capullo en el que su corazón los encerró. Era una tarde fresca de Otoño y era su primera salida juntos. Él se habá acercado días antes para invitarla al cine y ella aceptó de inmediato porque ninguno podía negar la atracción que sentían por el otro, esa química que hacía ebullición cuando estaban cerca, cuando hablaban, cuando estaban lado a lado, aún sin decir nada. Porque a veces el destino es caprichoso y une esos corazones que vagaban en el mundo, sin imaginar siquiera que había alguien que esperaba por ellos. Llegada la hora, se encontraron y pasaron un rato agradable, riendo, sintiendo la comodidad con la persona de a lado, esa complicidad y confianza que no se tiene con cualquiera. La película terminó y ellos caminaron por el estacionamiento hasta llegar a su coche mientras él se adelantaba

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