Mi libro de cabecera
Este tanto hablar sola y escribir a nadie hace que mis pies ya no estén en el sueño. ¿A qué hora me caí, y de cuál cama? Ya ni siquiera sé a quién extraño, y por qué me siento extraña. Será que estoy cansada de extrañar. Tan cansada que la desmemoria es una tentación irresistible. El hecho es que soy instantáneamente olvidable. Y eso me parece genial. Y triste. . Como el rostro del tipo que estuvo a punto de chocarnos... ¿lo reconoceríamos en otro lado, en una tienda? Al final no podemos recordarlo. No nos interesa, ¿para qué? No le daremos con el carrito del mandado. . El saberme desechable me lleva a paraísos inexplicables. Me siento transparente, invisible, flotante, en un paso intermedio entre la tranquilidad y la tristeza. . En media hora presento un examen para el cual, por supuesto, no estoy suficientemente preparada. Pero esta mañana desperté extrañando. Sola, con poco frío y extrañando. Ya ni siquiera me pregunto, pues sé que soy olvidable, rápida, instantáneamente olvidable. Desde hace semanas no he podido caminar sobre el piso, ligera como espectro. Y eso es maravilloso. . . Sólo cuando escribo me siento acompañada. Quiero
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Me siento Nerviosa.
Escuchando: El silencio de las máquinas